Durante los últimos meses, 317 sicavs (sociedades de inversión de capital variable) han celebrado su junta de accionistas para acordar su disolución y liquidación.
Otras pocas se van a convertir en sociedades anónimas, sociedades limitadas o se van a fusionar El motivo: el cambio legislativo que endureció su fiscalidad y las minusvalías sufridas.
Cada día llegan más y más comunicaciones a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) informando de nuevos acuerdos de liquidación.
El porqué de esto no es otro que el cambio en la legislación fiscal que se aplica a las sicavs.
A partir de este año, solo podrán beneficiarse del impuesto sobre sociedades al 1% aquellas que tengan más de 100 socios con una inversión mínima de 2.500 euros cada uno. Como la mayoría de estos vehículos eran utilizados por familias adineradas para estructurar sus inversiones financieras, alcanzar ese número de inversores cualificados es muy difícil.
Cuando no existía esta limitación, un solo accionista podía controlar el 99,9% del capital (que debe superar los 2,4 millones de euros) y los 99 inversores restantes, el 0,1%. Es por eso que en numerosas ocasiones se haya puesto en duda que sean verdaderas instituciones de inversión colectiva.
Solo un porcentaje mínimo de las sicavs que operan en España iba a poder cumplir con este requisito, la mayoría ha tenido que optar por la disolución o convertirse en una sociedad anónima (SA) o limitada (SL).
La nueva regulación fiscal va a permitir que el dinero que vaya saliendo de las sicavs liquidadas no tenga que tributar por las plusvalías acumuladas, siempre que se destine a una institución de inversión colectiva antes de julio de 2023.
EL máximo número de sicavs se alcanzó en 2015, cuando llegó a haber 3.400 de estos vehículos de inversión. El runrún de inminentes cambios fiscales desfavorables ha provocado que muchas de ellas hayan ido desapareciendo. A finales del año pasado solo quedaban 2.307, y de acuerdo con algunas firmas de banca privada, para dentro de un año es posible que solo queden entre 200 y 300.
También ha ido menguando el dinero acumulado. De contar con más de 34.000 millones de euros en 2015, a cerrar el pasado julio con solo 24.500 millones de euros, concentrados cada vez en menos manos.
Pero este año, el principal efecto para la reducción en el patrimonio de la sicavs tiene más que ver con la mala evolución de los mercados de Bolsa y de bonos –que han vivido el peor primer semestre en muchas décadas– que con el cierre de sicavs.
Particularmente, el mal momento de los mercados ha animado a algunos propietarios indecisos a liquidar sus sicavs, en lugar de intentar transformarlas en fondos o mantenerlas.
En esta decisión final han tenido mucho peso las plusvalías o minusvalías acumuladas. Si había muchas plusvalías, lo mejor era pasar el dinero a un fondo de inversión, como propone la ley. Pero con el mal arranque de ejercicio, algunos dueños de sicavs, sobre todo los que tienen instrumentadas sus participaciones a través de una empresa, han preferido liquidar el vehículo y utilizar las minusvalías latentes para compensar ganancias en otros productos y rebajar la factura fiscal.
Desde la asociación de las gestoras de fondos de inversión (Inverco), insisten sus críticas frente a la desaparición de sicavs.
Denuncian que es posible que parte del dinero que antes se invertía en empresas españolas se empiece a destinar a cotizadas de otros países, si bien la Bolsa española no suele ser el destino predilecto de estos inversores. También argumentan que con la eliminación de miles de estas sociedades se van a perder puestos de trabajo, por los servicios de auditoría o asesoramiento que se prestaban a estas firmas.
Asimismo, consideran que el impacto fiscal va a ser mínimo, puesto que la inmensa mayoría de las sicavs van a convertirse en otro tipo de vehículos de inversión (y seguirán tributando al 1%). Y las que no lo harán es porque ya cumplen con los nuevos criterios.