La reforma pretende facilitar el trabajo de los asesores fiscales de las empresas, aunque esto implica compartir más información con la Administración y automatizar muchos procesos. Por lo tanto, las empresas deberán invertir recursos para adaptarse.
La Agencia Tributaria española es una de las más avanzadas en términos de tecnología digital. En realidad, va más allá de las recomendaciones internacionales y utiliza el análisis masivo de datos, también conocido como big data, para sus inspecciones.
La cantidad de datos que posee la Agencia ya permite a la Inspección detectar posibles fraudes tributarios con anticipación.
También, el Plan de Control Tributario del año pasado amplió el uso de esta tecnología para vigilar el Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF).
Resumidamente, la Administración tributaria del futuro se basará en el uso de la tecnología para mejorar su eficiencia.
Identidad Digital.
La identificación de los contribuyentes es uno de los pilares fundamentales que persigue la OCDE.
Los países han empezado ya a emitir números de identificación fiscal (NIF) o identificadores únicos equivalentes, que sirvan para distintas jurisdicciones.
Asimismo, están desarrollando perfiles para permitir acceder a una serie de servicios digitales de la Administración, por ejemplo, a través de los portales del contribuyente. La idea de la OCDE es que estas identidades sirvan para agilizar las comunicaciones entre empresas y Administración.
Uso de la inteligencia artificial.
Cada vez más administraciones tributarias están desarrollando ya nuevos servicios electrónicos, desde cuentas de contribuyente integradas hasta aplicaciones móviles o buzones digitales.
La OCDE quiere ahora ir un paso adelante. El nuevo reto de los negociadores es introducir la inteligencia artificial en estas herramientas.
En algunos países que han tomado la iniciativa y ya son bots los que se relacionan, a través de chats, con los contribuyentes.
Gestión de datos.
Con la creciente digitalización, las autoridades tributarias cada vez recopilan más datos fiscales de los contribuyentes y de terceros.
La duda que se plantea ahora la OCDE es qué hacer con esa cantidad ingente de información. Las administraciones tributarias están introduciendo nuevos servicios, que no son tan nuevos en España. Por ejemplo, los borradores de las Declaraciones de la Renta.
Al mismo tiempo, el incremento de los sistemas de facturación electrónica permite a los servicios tributarios empezar a ir más allá de las declaraciones del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF) y abarcar ahora la elaboración de borradores en las declaraciones del Impuesto sobre Sociedades (IS) y del IVA.
Gestión y aplicación de normas fiscales.
La transformación digital de las Administraciones tributarias afectará a la forma en que se lleva a cabo la gestión de las normas fiscales.
La OCDE busca una fórmula en la que los datos permanezcan en gran medida en los sistemas de los contribuyentes.
Así, los servicios tributarios pueden acceder a esos repositorios de información y los procesos de garantía se realizan en el propio sistema de las empresas.
Este esquema evita el tratamiento de los datos directamente por parte de la Administración.
Sistemas integrados.
La OCDE considera que la naturaleza de la transformación digital requiere la unión de sistemas y procesos en los sectores público y privado, así como a escala internacional.
La clave está en la interconectividad.